El circulo

Estamos entre mediados del siglo XIII, posiblemente ya a principios del XIV, de nuestra era. Es lo que nosotros conocemos como la Edad Media, aunque para los habitantes de la Toscana de ese tiempo, sería un día más. En los años en que transcurre nuestra anécdota se sentaba en el trono de San Pedro el papa Bonifacio VIII, un hombre arrogante y orgulloso, que consideraba que sus decisiones no debían cuestionarse. En otras palabras, lo que decía él era correcto en todo y nunca cometía errores. Aquello le acarrearía muchas enemistades, pero ese no es el motivo de nuestra historia, pero este papa forma parte de ella.Bonifacio VIII
El Pontífice volvió a instalar la sede papal en Roma, que anteriormente estaba en Aviñón. Seguramente para poder estar rodeado de obras maestras, y sin la intensión de pagar nada a los artesanos por su trabajo, envió un emisario para recorrer los territorios italianos, de taller en taller, para ver quién era el mejor pintor de Italia a quien encargar trabajos para San Pedro, pero al mismo tiempo obtener obras de los demás artesanos gratuitamente, ya que el emisario debía recoger trabajos suyos para que el papa escogiera de entre ellos un candidato para el encargo, y dado que en aquel tiempo un encargo papal suponía un trabajo muy bien pagado, es de suponer que entregarían sus mejores trabajos al emisario. La jugada era buena: obtienes a un buen artista que trabaje para ti, y en el proceso los mejores trabajos de los demás sin costo alguno.
Ha pesar de eso Bonifacio VIII no conto con que el mejor pintor de su tiempo, también resultó ser el más inteligente, y realizo la hazaña que es el objeto de esta anécdota: Giotto. Vasari nos la relata, y aunque tiene tintes de leyenda y fabula, con el fin de alabar al pintor, hemos de ver en ella una lección que al final expondremos, pero continuemos con la historia.Giotto
El emisario llego al taller de Giotto, y explicándole su misión, le pidió una obra que entregar a su Santidad. Giotto entonces cogió una hoja de papel, un pincel que unto en pintura roja, y apoyo el brazo sobre la mesa y trazo un círculo perfecto a mano alzada, tan bien hecho como si hubiese utilizado un compás. El emisario no creía que ese pintor solo le entregase ese círculo, en lugar de otra obra, y parecería ridículo si se comparaba con las otras obras que los demás artesanos le habían entregado. Una vez completada su misión, regreso a Roma y enseño al papa los trabajos obtenidos. Cual fue la sorpresa de todos al contemplar aquel círculo de Giotto, que daba a entender la superioridad del pintor sobre los demás. Y es de entenderlo, porque: ¿Cuántos de nosotros somos capaces de hacer un círculo perfecto a mano alzada?
Como dijimos antes, esta anécdota que cuenta Vasari en su biografía de Giotto seguramente es inventada para resaltar la maestría del pintor, aunque también puede que nos parezca una leyenda porque el biógrafo no quería resaltar una acción tan deshonesta por un papa y que este fuese dejado en ridículo por un artesano. De hecho, Vasari se equivocó de papa, y nombra a Benedicto IX en lugar de Bonifacio VIII. Aun así, esta anécdota curiosamente dio origen a un dicho muy popular en aquellos días, y que se sigue utilizando hoy: “Tu sei piu tondo che l’O di Giotto”, que traducido significa: Eres más redondo que la O del Giotto. Esta frase se aplica a personas de gran talento, o incluso a personas que reaccionan de manera grosera con los demás. Incluso la frase puede ser utilizada para personas estúpidas, dado que en el dialecto toscano de aquel tiempo, la palabra “tondo” se puede traducir tanto “redondo” como “tonto”.Giotto_KissOfJudas
Una vez expuesta esta anécdota, ¿qué moraleja podemos extraer? Giotto es un excelente pintor, un maestro de las emociones y de contar historias. Era consiente que su maestría era digna de ser vista en el Vaticano, pero no iba a sacrificar su talento entregando una buena obra sin recibir nada a cambio, y es por eso que realizo su círculo: una obra que fuese admirable, pero que al mismo tiempo sea algo tan ridículamente simple pero que no le reste valía. La lección para nosotros es esta: si poseemos un talento o una habilidad, no hemos de dejar que nadie se aproveche y beneficie de ella a nuestra costa.

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